10.000 años de saneamiento de las aguas negras

La última semana ha estado marcada por las siguientes noticias en el ámbito del alcantarillado y el saneamiento de aguas residuales:

1) El mejor repaso a la historia del saneamiento: La página web iAgua entregó ayer sus premios anuales a las mejores prácticas en el sector de la distribución y el saneamiento del agua. De entre todos los galardonados nos ha llamado la atención el premio otorgado al Mejor Reportaje de Magazine, que fue a parar a la Fundación We Are Water por el artículo Aguas negras, el rastro de nuestra historia.

Publicado en marzo, este interesante reportaje realiza un amplio repaso por los distintos métodos que han utilizado las civilizaciones humanas para deshacerse de sus aguas fecales. Se trata de un extenso resumen de la historia del saneamiento de las aguas residuales que arranca hace más de 10.000 años, cuando las personas simplemente enterraban sus excrementos, contribuyendo como el resto de los seres vivos al ciclo de la naturaleza.

Con el neolítico aparecieron los primeros asentamientos humanos y, con ellos, la concentración de las heces en las ciudades. Pero no fue hasta el 4.000 antes de Cristo (a.C.) cuando se construyeron los primeros pozos negros o ciegos, unos agujeros en el suelo en los que las personas depositaban sus excrementos. Nacieron así las aguas negras.

Las primeras letrinas aparecieron 1.000 años más tarde, en lo que hoy es Pakistán, conectando las aguas residuales con las alcantarillas instaladas en las calles. Y más tarde fueron los griegos quienes empezaron a utilizar las aguas negras para fertilizar sus terrenos agrícolas. El saneamiento iba dando sus primeros pasos, aunque fue con la llegada del Imperio Romano cuando se produjeron los avances más importantes de la historia.

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Entre otras cosas, los romanos separaron las aguas grises (procedentes de los baños y las termas) de las negras (las restantes aguas residuales) y también diseñaron las primeras letrinas de asiento, con lo que los humanos pudieron dejar de defecar de cuclillas para hacerlo sentados. Pero sus avances quedaron truncados durante la Edad Media, cuando el saneamiento se redujo a la instalación de pozos ciegos en el interior de las ciudades amuralladas y se extendió el hábito de arrojar los excrementos a la calle, lo que derivó en la proliferación de ratas y en la propagación de epidemias.

La única excepción a este oscuro y largo periodo para el saneamiento fueron los árabes, quienes se preocuparon por separar las aguas pluviales de las negras y las grises. Y la situación tampoco mejoró demasiado con la llegada del Renacimiento, a pesar de que las ciudades multiplicaron su tamaño. Lo más destacado fue la aparición de los inodoros modernos, un lujo al que, sin embargo, solo podían acceder los más ricos, mientras el resto de la población seguía tirando sus residuos a la calle.

La ciencia fue avanzando y poco a poco se observó que muchas de las epidemias que mermaban las poblaciones eran consecuencia de la mezcla de las aguas fecales con las que se usaban para el consumo humano, lo que derivó en limitaciones a la construcción de pozos negros y en la introducción, a mediados del siglo XIX, de los primeros sistemas de alcantarillado modernos. Pero para entonces apareció otro problema: la revolución industrial y los residuos químicos, que se convirtieron en los nuevos contaminantes de ríos y mares.

El reportaje de We Are Water concluye en la década de 1970, cuando las sociedades empezaron a tomar conciencia de la necesidad de evitar la contaminación de las aguas, por motivos de higiene, de salud y de cuidado del medio ambiente. Pero esa creciente preocupación no ha frenado la enorme desigualdad existente entre unos países y otros, hasta el punto de que, a día de hoy, el 90% de las aguas negras se siguen vertiendo sin depurar, lo que provoca que un niño de menos de cinco años muera en el mundo cada 5 segundos.

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2) Pipí, Popó y Papel higiénico: El número de diciembre de la revista Eroski Consumer dedica un interesante reportaje al fenómeno de los atascos provocados por las toallitas húmedas, que se están convirtiendo en las involuntarias protagonistas de esta última etapa en la historia del saneamiento de aguas residuales. Entre otras cosas, el artículo explica que la gente debería utilizar sus WC teniendo en cuenta la regla de las tres P, que hace referencia a los términos Pipí, Popó y Papel higiénico.

Por otro lado, se incluyen una serie de cifras que dan buena cuenta del enorme impacto económico que supone tirar toallitas y otros residuos no biodegradables por los sistemas de saneamiento de aguas residuales:

1- Las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales recogen 10 kilos de toallitas al año por cada español.

2- Las roturas de las redes de alcantarillado, así como las labores de limpieza y tratamiento de las cañerías, generan un gasto anual de cuatro euros por persona.

3- La acumulación de toallitas y otros productos textiles generan para las depuradoras un coste adicional cercano al 18%.

4- En Europa, el mal uso de las redes de saneamiento tiene un impacto de entre 500 y 1.000 millones de euros al año.

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